lunes, 25 de noviembre de 2013

The grass is greener on the other side

Acontecimientos y personajes marcan eras. Entre los ochentas y noventas fue la época de Maradona. Hace unos años es ya la era de Messi. Hace unos años es  también la era del nacer de los nativos digitales.

Somos testigos presenciales de una clase de especie humana que pronto acompañará a los dinosaurios en las enciclopedias virtuales. Hoy, aquel que no usa una computadora o algún elemento tecnológico en su día a día, es una foto en blanco y negro.

La tecnología, su brutal avance en sólo un puñado de años ha fisurado el mundo partiéndolo en dos. Sólo los más aptos y jóvenes han podido saltar hacia la parte en la que aún hay agua y alimentos, aquella que se extenderá. Están, además, los que han quedado en la otra parte, en la parte desdichadas condenada a la extinción. Ellos sirven hoy como un museo en vida, un pasado en contacto con el futuro por tiempo limitado.

Por supuesto que hay octogenarios tecnológicos de la nueva era. Ellos, extraterrestres camuflados en un mundo que los desconoce; algunos abuelos, algunos pocos padres, sin Facebook, sin smartphones, que no navegan todos los días durante horas en aguas ficticias y que no tienen a todos sus amigos en la palma de su mano, son la última parte de la especie enteramente humana, la parte condenada a la extinción. Para ellos todo lo nuevo funciona como una herramienta ajena que facilita sus vidas más no como una extensión indispensable e inherente de su cuerpo. Ellos se adaptan y dan un uso funcional a la tecnología, son casos excepcionales.

Por otro lado, están los representantes de la teoría de Darwin; los que se adaptan y evolucionan, los testigos que sobrevivirán a la fisura. Los que nacieron en un lado y terminarán sus días en otro.
Los humanos que crecieron entre humanos y que más de una vez acuñarán la nostálgica frase “todo pasado fue mejor”

Finalmente están los nativos digitales. Los zombis sin infección que transitan ensimismados en el mundo impalpable. Conversadores sin voz, interactivos asiduos sin presencia en todos lados cuya energía acaba cuando la batería de su dispositivo está en rojo. Abstraídos por defecto, ensimismados por convicción.

Así, centímetro a centímetro, la fisura se extenderá y las partes se alejarán. Habrá nuevos padres y abuelos, pero nunca más los habrá de blanco y negro.
Un no nativo digital será motivo de asombro para generaciones futuras en las que la falta de tecnología como parte de la vida será la versión 2.0  de vivir en una cueva y cubrirse con pieles. Estamos ante la desaparición de la especie humana pura e innata.

La tecnología beneficia, pero ¿tú te estas beneficiando de ella?. El camino a la dependencia tecnológica ya está muy avanzado. Sólo recen a Internet que no se malogre el router.



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