jueves, 14 de mayo de 2015

La última luz de todas las noches.

La oscuridad no es absoluta en la habitación únicamente por la luz que emana de la pantalla. Luz débil que apenas rescata de las sombras sus rostros y les permite algunos instantes más en vigilia recostados en su cama.

Juntos. Se sienten tan juntos como dos camas contiguas sin espacio en medio.
Ella, cierra los ojos, se aleja de la luz que brinda la pantalla para sentirse más cerca a él. Desea tocarlo hace mucho.
Él, con las pupilas encogidas, da rienda suelta a sus palabras a través de sus dedos. Con la mano izquierda la toma por la espalda baja y la acerca hasta unir su piel a la de ella. Si se concentra lo suficiente puede inhalar su olor.

Ella, sonríe y, a través de sus manos, frota su muslo sobre el de él. Quiere ir más allá pero sabe que ir lento la hace más provocativa. 
Él percibe que sus palabras surgen efecto, esboza una sonrisa que ella es capaz de leer.  Se dispone a más mientras ella se aferra a la luz de la pantalla y espera con la vista impaciente las siguientes palabras.

Él, apoyado sobre su hombro derecho, desliza su mano izquierda en busca de aquel lunar que descubrió hace poco debajo de su seno izquierdo.  
Ella, en igual pose pero sobre su hombro izquierdo, siente como su seno es acariciado suavemente y luego apretado con un deseo que siente muy carnal. Le gusta la versatilidad de la relación.
Cierran los ojos para intensificar la sensación. Ella cede a morderse el labio inferior, frota nuevamente su pierna en la de él y le toca el rostro con el pulgar derecho mientras descubre que el sueño va calando en ella detrás de la excitación que la invade.


Al cerrar los ojos es cuando más cerca se sienten pero al desaparecer la luz de la pantalla se pierden el uno del otro. 
Mientras la excitación acrecienta, todos los sentidos se agudizan y la vista pierde relevancia. Con los parpados cerrados, la vigilia llega a su fin y los textos quedan a la deriva.

Cada uno en su cama se entrega a sus sueños. 
Las pequeñas pantallas que los unían finalmente se apagan y cada uno desaparece en la oscuridad de su habitación.