Tendido en el suelo,
enfriándose por la sangre abandonando su cuerpo, Miguel recordó que horas
antes, aquella noche luego de darle un beso de buenas noches a Carolina le
prometió que no moriría jamás.
Tranquila hija. Siempre
voy a estar a tu lado. Tú y yo viviremos para siempre.
La niña, más calmada,
finalmente pudo conciliar el sueño.
Miguel la observó mientras
se levantaba de su lado, caminó hacia la puerta, apagó la luz de la habitación
y se fue.
La mujer de Miguel esperaba fuera de la habitación.
Nunca le has mentido a tu
hija y hoy acabas de prometer algo imposible. Antes que todo lo que le quieres
dar para que no sufra como tú lo hiciste, ella quiere tener a su papá al lado y tú esta noche
te vas a arriesgar una vez más.
Este es el camino que ha
tomado mi vida. No tuve mucho para escoger pero yo les daré opciones, mejores
alternativas.
Miguel besa a su esposa,
camina hacia su habitación, abre el armario y saca un paquete de la repisa
superior. Al regresar por el pasillo ella ya no está ahí parada. Nunca pudo
verlo
partir. La incertidumbre la destruía.
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Pero como al parecer nada
dura para siempre y, en efecto tal vez somos hormigas a las que Dios tortura con
una lupa en un día soleado, el almacén fue robado. Al no encontrar
responsables, el dueño se desquitó despidiendo a Miguel a quien,
lamentablemente su pasado en la cárcel lo condenó injustamente.
Miguel buscó nuevo empleo.
Sin estudios, sin experiencia y sin recomendaciones sólo encontró puertas
cerradas. Con Carolina a cuestas Miguel contactó a una vieja junta y este le
dio trabajo, le dio trabajo y una pistola. Con el paso de los años Miguel era
contactado por adinerados personajes quienes remuneraban bien su desempeño.
Miguel era conocido ya que siempre hacía trabajos “limpios”
Cuando al parecer Dios se
fue a quemar a otras hormigas y Carmen abrió una peluquería con lo ahorrado,
intentó convencer a su esposo para dejar ese siniestro mundo. Pero Miguel ya no
confiaba más en Dios y temía que este vuelva con su lupa. Carmen ha pasado un
año y medio de lucha y hoy, finalmente Miguel realizaría su ultimo trabajo. Su
vida ya no puede albergar más penas encima. De ahora en adelante vivirán de los
ingresos de la peluquería.
Miguel sale de su casa,
camina cinco pasos hacia la derecha y antes de subir al auto se queda unos
minutos apreciando el cartel de la peluquería,“Cortes y peinados Carolina”… Aun
queda hormigas por quemar.
Tú y tu puta integridad
viejo. ¿De que te sirve ser tan correcto? ¿a que te debes tanto si te tratan
como un perro?
No me jodas papá, es el
tercer mes que no te pagan y se están reventando la plata en tu cara. Jiménez
le acaba de comprar un celular nuevo a Tania, con cámara y todo y a nosotros
nos acaban de cortar la línea de la casa… o sea ni que hablar de un celular.
Tienes que adaptarte a la realidad de una vez si no seguirás siendo un cagado.
Jiménez es un tramposo
pendejo. No me compares con él.
Fernando sale de su casa y
se dirige caminando a la comisaría. Como siempre llega temprano y espera entre
veinte y treinta minutos a que Jiménez este listo para salir a patrullar.
Vamos oe, hoy es sábado y
habrá harta chamba. Jiménez apura a Fernando quien se pone el sombrero y deja
escapar un suspiro de descontento. Hoy no se siente fuerte detrás del uniforme.
La rutina de los sábados es
“patrullar” zonas aledañas a discotecas, bares etc. Los sábados son el día
preferido de Jiménez.
Si hoy tengo una buena
noche ya me alcanza para el home theater completo. Fernando escucha mientras se abrocha el cinturón.
Hoy estoy con ganas de
trabajar. Concluye Jiménez.
Que se puede hacer, “la
situación hace al ladrón” se repite. Fernando lleva años en la policía y no ha
logrado mucho. Sus sueños han sido aplazados año tras año y ya no es el joven
de antes. Se indigna cada vez que presencia actos de corrupción… se indigna
todos los días y su hija le restriega el fracaso en la cara.
“Si no puedes con
ellos…úneteles” piensa.
Jiménez se detiene en una
esquina.
Voy a comprar puchos para
aguantar la jornada. Acto seguido baja de la patrulla e ingresa a la tienda.
Fernando cierra los ojos y
tira la cabeza hacia atrás.
Soy un cagado… un viejo
fracasado.
Fernando tuvo ganas de
desaparecer. Recordó el día que prometió servir a la ley y honrar el uniforme.
Ahora la idea de pasar toda la noche viendo como Jiménez ensuciaba el uniforme y
se cagaba en la ley mientras él seguía hundiéndose en la miseria le provocaban
arcadas.
Levantó el pestillo, abrió
la puerta y caminó cabizbajo hasta doblar la esquina.
Luego de algunos pasos el
sonido de la puerta de un auto cerrándose hizo que levantase la mirada. Pocos
metros más adelante una persona caminaba aceleradamente con las manos en los
bolsillos de su casaca. Fernando sacó su arma y siguió al sospechoso sin ser
visto.
La vidas de Miguel y
Fernando se conectaron por ocho segundos. Seis segundos demoró Miguel tras
bajar de su auto. Seis segundos le tomó llegar frente a su victima quien se
disponía a entrar a su casa. En un segundo Miguel levantó la mano sosteniendo
la pistola, en un segundo hizo contacto visual con su victima y en ese segundo
Fernando le disparó a Miguel.
La vida de Fernando cambió.
Salvó la vida de un empresario importante, un empresario corrupto. Fernando fue
ascendido por su valerosa acción, acción de la cual la policía se colgó y
vendió a la prensa como si hubiesen estado siguiendo el caso hace tiempo.
Fernando
salió en televisión y fue portada en algunos periódicos. Su nuevo puesto le
permitió alejarse de la corrupción de las calles.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhM6Hy7FwfUtyz8X8ObP4l9o4OyxseCKzrAvPuXcf8yXwLMh8lHXJ3N_QHXFB_5meBJeRtB0X6QCU4dn03II9dXZyRGNzwuMihKde-PE2BQka6lhBcMUZGCRCTJ8ilDsSViRTjU5ATyC0kv/s400/paises-corruptos.jpg)
Miguel pagó los crímenes que
tuvo que cometer en un mundo en el que los que mató también eran malos.
La hija de Fernando tuvo
celular con cámara. Tuvo celular, tuvo carro, tuvo viajes y nunca le volvió a
faltar el respeto a su padre.
Carolina creció en un ambiente
estable económicamente, recibió buena educación y tuvo oportunidades. No le
faltó nada…excepto su padre.